Monday, April 25, 2011

Acciones morales de "La muerte y la doncella"



Escribí un ensayo sobre las acciones morales en la novela “La muerte y la doncella,” que captura y analiza las acciones de la novela. Hay el ensayo:



Durante la mayor parte del libro, La Muerte y la Doncella, Paulina Salas vivió su vida con un secreto que le daba vergüenza decir. Durante quince años supo que había algo más en su mente que no podía olvidarse, algo moralmente malo le había sucedido a ella y pensó alguna vez que al no hablar de que se fuera. Dentro de su matrimonio, esta parte de su pasado que nunca fue discutido, parece casi como si estuviera viviendo una mentira, una mentira moral porque el torturador nunca la había castigado. Su esposo no tenía ni idea del pasado que llevaba todos los días. Es sólo después de un encuentro al azar con el torturador que Gerardo Escobar se da cuenta de lo que su esposa ha estado escondiendo en su conciencia después de todos estos años.
Una vez que Gerardo se entera de que su esposa ha sido violada por un hombre que tuvo un encuentro con él no sabe cómo controlar la situación. Él es un abogado y por eso tiene la obligación legal de llevarlo ante un juez y lo puso en la cárcel, pero también tiene la obligación moral de llevar la paz a su esposa. Él no tenía idea de quién era este hombre, pero un día necesitaba un viaje a casa porque no funcionaba su coche. Este hombre le ofrecía un viaje a casa y Gerardo lo aceptó del hombre bueno traerlo a casa. Tan pronto como Paulina oyó la voz de este hombre, reconoció de inmediato que era su torturador y se preguntó en su mente por qué su marido está con él.
La voz de su torturador viene más cerca a su puerta porque su marido está hablando con él y Paulina no puede creer que este hombre vaya a venir a su casa. Ella empieza a confesar a su marido al día siguiente, porque no puede vivir con esta acción moral de su pasado. Confiesa como, “Puede ser un pocón, pero a mí me basta. Todos estos años no ha pasado una hora que no la escuche, acá en mi oreja, acá con su saliva en mi oreja, ¿crees que una se olvida así como así de una voz como esa (Dorfman, 37)?”
Después de oír la confesión de su esposa, él sabe que algo tiene que hacer. De una manera él tiene que creerle a su esposa en lugar a un hombre que acaba de conocer, a pesar de que está sosteniendo un revólver en la mano hacia el hombre. Ella habla a Roberto como si necesitara ayuda psiquiátrica, pero de otra manera, según la ley, Gerardo necesita oír las dos confesiones separadas para que pueda tomar una decisión que se basa en la verdad.
La vida de Roberto Mirando fue muy diferente a la vida de Paulina en que él no tenía una conciencia moral. Parece que él nunca pensaba lo que hizo a Paulina otra vez o cómo ella se sentía por el resto de su vida por esas acciones. El torturador tenía su carrera como un doctor y cada día ayudaba a la gente por eso no parece que él podía tener una conciencia culpable o eso creía. Él no puede confesar y por eso dice, “Son fantasías de una mujer enferma. Cualquier hombre que hubiese entrado por esa puerta…(Dorfman, 59).” Piensa por su carera que puede nombrar a Paulina como una mujer enferma.
Si yo fuera Paulina, hubiera hecho algo muy diferente. Gerardo describe la vida de ella así: “Durante quince años no has hecho nada con tu vida. Nada. Mírate, tenemos la oportunidad de comenzar de nuevo, de respirar (Dorfman, 52).” Creo que es increíble que pueda tener un secreto así por todos estos años. No es justo para ella y también no es justo para su torturador porque nunca recibió el castigo que merezca. Ella nunca recibe la justicia de saber lo que pasa con el torturador. Parece que causa más problemas si espera por un tiempo confesar a alguien en vez de confesar minutos después de lo ocurrido.
Hubiera notado información de dónde soy y la cara del individuo. Llamaría a la policía para confesar todo de inmediato para que no se le olvide nada. Trabajaría con la policía por incontables horas hasta que encontrara a mi torturador. No quiero vivir mi vida como Paulina, con el pensamiento que cada voz puede ser la voz de él. Ella admite que está enferma y parece que es por la violación, “Entonces estoy enferma. Pero puedo estar enferma y reconocer una voz (Dorfman, 37).” Nunca quiero estar en una situación en la que mi torturador pueda hablar con alguien que amo como Gerardo habla con Roberto.
Confesar sería difícil pero es un paso en la dirección correcta de recibir justicia. Paulina piensa en que no puede contar con alguien: “Cuando hay cosas que nunca le conté a Gerardo, ni a mi hermana, ni menos a mi mamá… mientras que a usted le puedo decir exactamente lo que me pasa, lo que me pasaba por la cabeza cuando me soltaron (Dorfman, 41).” Es cierto que ella sabe todo lo que pasó, pero no tiene la confianza de contarlo. Si se lo hubiera contado a alguien, podría perder el pasado y empezar a ser un ser humano de nuevo sin la conciencia moral en todo lo que hace.

Bibliografia
Dorfman, Ariel. La Muerte Y La Doncella. New York: Siete Cuentos Editorial, 2001. Impreso.

No comments:

Post a Comment